Para quienes creemos en que la soberanía y la legitimidad no existen sin la ciudadanía, esa Nueva Constitución nacida en democracia de la que habla Bachelet, debe ser fruto de una Asamblea Constituyente, que no sólo nos dará esperanzas, sino un camino señero en cuanto a los desafíos que tiene la sociedad respecto a la construcción de un país para quienes habitamos algo que, a pesar de los años, sigue pareciéndose más a una pulpería que a una República.
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