Las elecciones del 17 de noviembre confirmaron, una vez más, la crisis del sistema político-institucional que la dictadura impuso a Chile. En el plano electoral se registra un constante desgaste, que se ha hecho más evidente con el voto voluntario y el aumento del número de electores. Cada vez vota menos gente, aunque el padrón electoral creció de 8 a 13 millones. En las elecciones municipales de octubre del año pasado, la abstención alcanzó al 60%, activando una alarma que de inmediato fue silenciada por la llamada “clase política” y los medios de comunicación que ella controla
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