Desde el punto de vista de los trabajadores la demanda por un “sueldo ético” no podría sino ser una demanda política. Es evidente que en el actual “modelo chileno” no hay posibilidad alguna de alcanzar un salario básico digno. Solo una reforma sustancial podría alterar el perverso equilibrio entre un orden económico y un modelo político concebidos, precisamente, para garantizar las pingües utilidades a las inversiones nacionales y extranjeras.
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