
A muchos les incomoda la sola mención de la fecha. Se ha intentado echar tierra a los hechos que la precedieron, en busca de un blanqueo de culpables y responsables en grados diversos, incluyendo el silencio cómplice. “La historia juzgará”, dicen otros, mientras disfrutan de los dividendos del golpe de estado, botín escandalosamente sustraído al pueblo de Chile. Mediante el expediente hipócrita de las “responsabilidades compartidas”, se omiten datos tan innegables y contundentes como la traición de los altos mandos castrenses, la conspiración de las derechas política y económica y, sobre todo, el decisivo accionar del imperialismo, personificado en la siniestra pareja Nixon-Kissinger.
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